POR MG. ARQ. PABLO AZQUETA

El consumo energético por sectores

De acuerdo al Balance Energético Nacional 2016, los edificios consumen el 35% de la oferta energética del país (superior al porcentaje del transporte 30%, la agricultura 7% e incluso al del sector Industrial 23%).

Consumo por sector

La matriz energética nacional

Si tenemos en cuenta la matriz energética del país, en la que prácticamente el 86% la conforman el gas natural (del que 26% es importado) y el petróleo – fuentes no renovables y de la que no somos autosuficientes, podemos concluir que, La Eficiencia Energética, y en particular la utilizada en el diseño, producción y uso de los edificios, es un recurso de una potencialidad significativa y considerablemente superior, a la que podrían brindar las fuentes renovables de energía.

Matriz energetica RA

El ahorro potencial de la energía en edificios

El potencial ahorro que se puede lograr en los diversos usos de energía en los edificios, en particular residenciales, se basa, en el uso responsable de la energía (que es un hecho básicamente cultural) y mediante la utilización de artefactos eléctricos y gasodomésticos de mayor eficiencia, a lo que aporta el sistema de etiquetado de eficiencia energética, que viene desarrollándose en el marco del Programa Nacional de Uso Racional y Eficiente de la Energía PRONUREE.

“Aislar térmicamente las paredes, techos y pisos puede llegar a representar una reducción del consumo de calefacción y aire acondicionado de entre un 35% a un 70%”.

Consumo energético residencial

La energía consumida por los edificios se basa, fundamentalmente en gas y electricidad (cuyo factor de conversión en energía primaria es de aproximadamente 3, porque la mayoría de la producción eléctrica se realiza en usinas térmicas con pérdida de rendimiento, alimentadas principalmente por gas, y debido a las pérdidas en el transporte y distribución).

Porcentajes de consumo por función

Iluminación artificial. Valor promedio estimado del consumo total de una vivienda 10%.

Agua caliente sanitaria. En su mayoría se efectúa por calefones o termotanques alimentados por gas natural o GLP e insumen de un 8 a 10%.

Cocción de alimentos. 4%

El refrigerador para la conservación de alimentos 5%.

Otros electrodomésticos y equipos electrónicos. 17%

Optando por los de mayor eficiencia del mercado Tipo A), con la consecuente inversión en la renovación de los mismos, lograríamos un ahorro del orden del 50%.

Calefacción y Refrigeración

Restan 54% del consumo total que se consumen en calefacción y refrigeración y que presentan un ahorro potencial de hasta el 70% mediante el adecuado aislamiento térmico de la envolvente edilicia.

La envolvente de una casa o un edificio, la constituyen todos los elementos de la construcción que están en contacto con el exterior, tales como: muros, techos, pisos y las carpinterías (puertas y ventanas).

Según los datos del último censo con que contamos (del año 2010 e informe de 2013), el 67% de las viviendas sin NBI (necesidades básicas insatisfechas), están ubicadas en las zonas Bioambientales III y IV, Climas Templado Cálido y Templado Frío, de la región central del país, y las estribaciones precordilleranas, que abarcan: sur de Santa Fe, Córdoba y San Luis, San Juan, norte y sur de Buenos Aires y franjas de La Pampa, La Rioja, Tucumán, Salta y Jujuy y que incluyen importantes áreas metropolitanas como las de Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Mar del Plata, San Luis y San Juan.

En esta amplia región del país, el confort de los habitantes requiere de elementos auxiliares de climatización, tanto en invierno como en verano.

La Subsecretaría de Ahorro y Eficiencia Energética del MINEM en su “Guía de buenas prácticas para un uso responsable de la energía”, nos dice que:

“Aislar térmicamente las paredes, techos y pisos puede llegar a representar una reducción del consumo de calefacción y aire acondicionado de entre un 35% a un 70%”.

Conclusión

La energía más limpia y barata… es la que consumimos con responsabilidad y eficiencia.

El incremento del aislamiento térmico produce:

  • menores costos de inversión en equipos de acondicionamiento,
  • menores gastos de funcionamiento y reducción de tarifas, un significativo ahorro de energía, orientable a procesos productivos y a la generación de nuevos puestos de trabajo,
  • una importante reducción de emisiones de CO2 (los edificios aportan el 24% de los gases de efecto invernadero), una reducción de la morbilidad y del ausentismo invernal y
  • un potencial incremento en el precio de venta del metro cuadrado construido.
  • Mientras que subsidiar los combustibles, sin un criterio social, es inequitativo y favorece un elevado consumo.